Autora: Julia Borges Cervera (@juliabcervera)
Alexandria Ocasio-Cortez se ha convertido, en los últimos meses, en un claro centro de la política -y de la prensa- estadounidense. Con 29 años, la legisladora ha pasado a ser la mujer más joven en ingresar en el Congreso de los Estados Unidos, adonde ha llegado con ansias de revolucionar el sistema establecido. Ocasio-Cortez es de origen puertorriqueño, aunque nacida en el Bronx, y fehacientemente demócrata y progresista. De manera que, en este sentido, ha tenido que hacer frente a lo que -desgraciadamente- aún siguen siendo hándicaps a la hora de alcanzar el éxito: ser mujer, latina y de poder adquisitivo medio/ bajo. Además, dadas las circunstancias actuales, habría que añadir un cuarto obstáculo: combatir la arraigada masculinización del terreno político, liderado por la misoginia del presidente Donald Trump.
Los medios de comunicación no tardaron en hacerse eco de la imagen que surgía alrededor de la nueva congresista, que en cuestión de meses alcanzó más de 2 millones de seguidores en Instagram (@ocasio2018). De hecho, han sido los propios periodistas quienes han ayudado a crear la figura mediática de Ocasio-Cortez, tal y como ha pasado con muchos otros políticos, como fue el caso de Trump, sin ir más lejos. Sin embargo, no todas las coberturas acerca de Ocasio-Cortez han seguido la misma línea. Parece que al periodismo también le cuesta dejar atrás el trato desigual de género.
Antes de que ganara las primarias del partido demócrata en el Bronx el 17 de junio del año pasado, los medios de calidad estadounidenses apenas habían hablado de Ocasio-Cortez, mientras otros “feministas” sí lo habían hecho. Por ejemplo, fue el día de su victoria la primera vez que The New York Times le dedicaba un perfil así como noticias con titulares significativos.
Sin embargo, al leer la segunda noticia hay un hecho que llama la atención. Desde el inicio de la misma se hace alusión constante al nombre de Joseph Crowley. ¿Es esta reiteración necesaria? Teniendo en cuenta que es Ocasio-Cortez la ganadora de la elección, debería ser ella misma la protagonista de la pieza. No obstante, no se cita a la congresista hasta el segundo párrafo, donde se le introduce de la siguiente manera:
Mr. Crowley was defeated by a 28-year-old political newcomer, Alexandria Ocasio-Cortez, a former organizer for Bernie Sanders’s presidential campaign… / The last time Mr. Crowley, 56, even had a primary challenger, in 2004, Ms. Ocasio-Cortez was not old enough to vote.
¿Cómo podemos luchar contra la igualdad de género si los medios no están preparados para ello?
Pero Ocasio-Cortez ha tenido que hacer frente a episodios aún más incómodos, en los que los profesionales de la información han olvidado -esta vez, por completo- las bases de la deontología periodística. Es el caso de Eddie Scarry, periodista del diario conservador The Washington Examiner, quien publicó el siguiente tuit haciendo referencia a la vestimenta de la congresista:
Lo eliminó al poco tiempo de haberlo publicado debido al aluvión de críticas que recibió. Sin embargo, el daño ya estaba hecho. ¿Puede un periodista expresar libremente su opinión en las redes sociales? Sí, pero siempre desde el respeto, puesto que la voz del periodista es relevante en todas las plataformas. No importa que no nos encontremos en un artículo del Washington Examiner. La tolerancia y el respeto es esencial ante toda información y opinión. Varios puntos acerca de esta publicación entran en conflicto con las bases de la ética periodística. Se mencionan a continuación.
- El simple hecho de que Scarry se dirija a Ocasio-Cortez usando el término girl demuestra una total desconsideración hacia su persona, así como una falta de respeto. Desde luego, no parece la manera adecuada de hablar acerca de la mujer más joven del Congreso.
- Además, se incita una verdadera discriminación de género. Cada cual tiene derecho a vestir como quiera sin tener que ser objeto de burla. Las mujeres son, una vez más, las que más críticas reciben en este sentido, fruto del sexismo aún existente en muchas partes de la sociedad.
- Eddy Scarry expresa un juicio de valor injustificado que alimenta los estereotipos sociales. Transmite el mensaje de que la vestimenta es un reflejo de tu trayectoria, cuando no tiene por qué ser así.
- Por último, la foto usada se encuentra muy lejos de cumplir ninguna función informativa. Su difusión, acompañada de dicho texto, no parece nada ética. Así respondió la congresista al tuit del periodista:
Al revisar los principios de la ética periodística, así como los códigos deontológicos de distintas organizaciones, tanto nacionales como internacionales, puede comprobarse la mala praxis periodística que se presenta en este caso: