Autora: Elisabet Gonzalez (@eliannaaritz)
Hay temas poco conocidos por la mayoría de la gente que de vez en cuando aparecen en los medios de comunicación. Sería el caso de la intersexualidad, una situación en la que no es posible saber con absoluta seguridad cuál es el sexo de un bebé, simplemente observando sus genitales. Esto se debe a que los órganos sexuales externos se sitúan a medio camino entre lo que sería el estándar de un hombre y el de una mujer. En estos casos, recae sobre los medios la responsabilidad de hacer una aproximación a la sociedad de un término muy complejo y desconocido a la vez. Y cuando eso ocurre hay dos opciones: tratar el tema correctamente para que así se normalice o contribuir a convertirlo en estigma.
La gran mayoría de los reportajes publicados entorno al tema caen en la segunda opción, vulnerando así una idea recogida en muchos códigos deontológicos, como en la FIP o la UNESCO:
Federación Internacional de Periodistas (artículo VII): “El periodista se cuidará de los riesgos de una discriminación propagada por los medios de comunicación y hará lo posible para evitar que se facilite tal discriminación, fundamentada especialmente en la raza, el sexo, la moral sexual, la lengua, la religión, las opiniones políticas y demás, así como el origen nacional o social.”
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (artículo IX): “el periodista puede contribuir a eliminar la ignorancia y la incomprensión entre los pueblos, a hacer a los ciudadanos de un país sensibles a las necesidades y los deseos de los otros, a asegurar el respeto de los derechos y de la dignidad de todas las naciones, de todos los pueblos y de todos los individuos, sin distinción de raza, sexo, lengua, nacionalidad, religión o convicciones filosóficas”.
El caso es que algunos medios se atreven a juzgar: “a veces, pese al humor macabro de la naturaleza y la rigidez de las burocracias, hay personas que tienen suerte”. Y de este modo, mezclan opinión e información, quebrantando así el articulo 1 recogido en el código del Col·legi de Periodistes de Catalunya: “Observar siempre una clara distinción entre los hechos y opiniones o interpretaciones, evitando toda confusión o distorsión deliberada de ambas cosas, así como la difusión de conjeturas y rumores, como si se tratara de hechos”.
Otros, optan por dramatizar: “Al otro lado del teléfono, reconoce que ha llorado mucho y ha tenido que luchar en una sociedad donde lo correcto es ser lo que se denomina normal”. De forma que caen en un espectacularización gratuita que la Corporació Catalana de Ràdio i Televisió aconseja no hacer (Artículo 2.1.3): […] “los profesionales deberán ceñirse a los hechos, desterrar los rumores, verificar la procedencia de los datos, contextualizar las noticias y ofrecer suficientes elementos de juicio, así como evitar la espectacularización gratuita.”
Y eso no es todo. También hay quienes eligen narrarlo como si se tratara de un cuento: “Cuando Gabriel J. Martín nació en San Fernando (Cádiz) un 12 de julio de 1971, en plena puesta de sol, sus genitales eran tan ambiguos que el médico los creyó femeninos”, “Y así fue como él se convirtió en ella”, “Y así, Patricia y Gabriel volvieron a encontrarse en el camino”.
Hay, por tanto, una tendencia generalizada en recrearse en los detalles morbosos que hace que nos encontramos con destacados como estos: «Odiaba las muñecas, los vestiditos y los juegos de niñas».
Personas muy vinculadas a este tema tienen una forma muy clara de verlo. Es el caso de Gabriel J. Martín, quién ha vivido esta situación en primera persona: “Aunque en los medios de comunicación aparecen historias muy llamativas de intersexuales, como sería la mía, la mayoría de las veces el sexo está bien asignado des de un principio”. Por tanto, bajo su punto de vista, los medios caen en la espectacularización.
Josefina Mata, creadora de un Festival de Cine i Estudios de Género que busca romper con el sistema dual hombre/mujer, también considera vital no convertirlo en espectáculo: “Hay que tener mucho cuidado al representar audiovisualmente la intersexualidad, debido a que existen pocas representaciones audiovisuales”. Y añade que, por tanto, “existen pocas oportunidades para que las personas intersexuales se identifiquen con una representación mediática o las personas no-intersexuales tengan un acercamiento adecuado al tema”.